1.9.2020. La relación del poder político con "intermediarios" del poder espiritual es de vieja data. La declaración del presidente de la Nación, Alberto Fernández, que narra que Vilma Ibarra, actual Secretaria Legal y Técnica le hizo una carta astral y le predijo "estar predestinado a construir sobre las cenizas", nos recordó a los argentinos situaciones similares alrededor de otros ex presidentes.
Por si alguien no lo escuchó, aclaramos que los dichos del presidente fueron realizados este último sábado mientras participaba como invitado especial en un programa del canal de cable C5N.
Mauricio Macri, al asumir la presidencia del club Boca Juniors, una de sus primeras medidas fue "limpiar" de malas ondas al estadio mundialmente conocido como “La Bombonera”, tarea que estuvo a cargo de la "armonizadora" Ángeles Ezcurra.
El mismo Macri, ni bien es consagrado presidente de la Nación en 2015, ordenó el mismo trabajo para la Casa Rosada y la Quinta presidencial de Olivos con la misma persona. Incluso, se acerco al budismo: “Un colaborador me propuso incorporar a una armonizadora budista, que me iba a ser bien me dijo, y me hizo mucho bien", declaró en su momento.
A Néstor Kirchner no se le conoce aproximación a esas prácticas, salvo que era ostensible su aficción a las cábalas, una de ellas se visualizó en el juramento de Carlos Menem como senador nacional.
Precisamente, el mencionado ex presidente Menem se rodeó de algunas videntes, tarotistas y medium que le reforzaban su creencia de considerarse una "reencarnación" del caudillo riojano Facundo Quiroga, y le auguraban éxitos políticos y personales.
Pero, indudablemente, el caso más singular de esta relación poder y esoterismo fue José López Rega (hermano Daniel), figura que alcanza un poder político importante en la década del ‘70.
Lòpez Rega fue uno de los mentores de la Logia Anael que le facilitó la edición de su libro Astrología Esotérica y el acercamiento a Isabel Perón en su primer viaje a Argentina.
Trasladado a Madrid, López Rega, aparte de desempeñarse como secretario del matrimonio, siguió desarrollando a nivel internacional sus contactos con logias europeas. Ya en Buenos Aires y en especial después de la muerte de Juan Domingo Perón, desarrolló alrededor de la presidenta Isabel -a través de un magnetismo espiritual que le mereció el apodo de “El Brujo”- un poder político que lo convirtió en el hombre fuerte del Gobierno antes de su expulsión y exilio.