Viernes 19.4.2024
9.6.2018. Sin dudas que está de moda y funcionan de manera automática, es decir, inmediatamente después de que una persona se dirige de manera agresiva e hiriente hacia otra.
Se trata de las “disculpas públicas”, recurso que muchos utilizan al momento de enmendar un mal paso, generalmente un insulto o exabrupto dirigido a alguien con quien no se coincide en una idea o modo de abordar una cuestión.
Tal vez muchos se hayan olvidado del incidente que tuvo el entonces presidente de nuestro vecino Uruguay, Jorge Batlle quien, sin saber que una cámara indiscreta lo seguía filmando tras una entrevista, dijo a viva voz: “Desde el primero hasta el último, los argentinos son una manga de ladrones”.
Caballero al fin, Batlle vino a la Argentina y, entre lágrimas, pidió perdón al pueblo argentino. Corría el año 2002 y a su lado estaba el presidente de transición, el bonaerense Eduardo Duhalde, quien lo observó inmutable en ese instante pero lógicamente aceptó las disculpas del caso y las relaciones quedaron hermanadas como siempre.
Pero, de 2002 a esta parte mucho ha cambiado.
Ahora, y principalmente los políticos, se agreden entre sí y quien cometió el mayor exabrupto o hirió verbalmente en lo personal a la persona que enfrenta en un debate emite un “comunicado” o sale por los medios a pedir “disculpas públicamente”. Y creen que con esa estrategia de evitar el cara a cara les basta para “quedar bien” ante la sociedad.
Podría decirse que imágenes como las de Batlle y Duhalde, con un político arrepentido por sus palabras agresivas y otro aceptándole las disculpas, forman parte de un estilo que ya quedó descartado.
